El bosque
estuvo hablando
y
en su bruma
me confesó solemne
sobre
sus ramas secas,
las
que saben de otoño
rojas
como la sangre
que
lava la montaña.
En
su plática mansa
logré
exudar sudores
cual
cascada de frente,
en
medio de la tarde
cual
gnomo laborioso
en
busca de la fruta
entre
el follaje abstracto.
Y
para mi nostalgia
o
más entendimiento
me
convenció que él solo
cuenta
con la esperanza
clorofílica
rama...
y
sobre los frutales
no
me dio ni un indicio.
J.A.G.G.Wiesbaden
ALEMANIA
(25-05-04)